La Optometría es la ciencia que estudia el desarrollo y el funcionamiento del sistema visual, sus alteraciones no patológicas y los tratamientos ópticos y optométricos, así como las normas de salud e higiene visual. El objetivo del optometrista es, pues, prevenir, detectar y resolver problemas visuales para poder mejorar la eficacia y el rendimiento del sistema visual.

El optometrista identifica el origen de la disfunción visual y orienta el tratamiento o proporciona la terapia más adecuada en cada caso.

La optometría comportamental se centra en la influencia de la visión en nuestro comportamiento, parte de la base de que la visión es una función en la interrelación entre la persona y el medio ambiente. Estudia la función del sistema visual desde un punto de vista holístico, considerando el sistema visual como parte integrante del organismo, que se ve afectado en gran parte por su desarrollo neurológico, sensorial, motor y cognitivo.

Una buena visión la forman tres componentes:

  • La capacidad para ver el detalle más pequeño (claridad).
  • La capacidad de leer o de usar los ojos durante largos períodos de tiempo sin fatiga, de tener una buena coordinación ocular (confort).
  • La habilidad para analizar e interpretar los estímulos visuales (habilidades de procesamiento visual).

Además, el cuerpo humano tiene otras entradas sensoriales, como el equilibrio, o el oído, que también aportan información al sistema visual y contribuyen a tener lo que globalmente consideramos una buena visión. Son muchos los factores a tener en cuenta, por éso la colaboración interdisciplinar es tan importante.

Ver bien y no precisar de corrección óptica (no necesitar unas gafas o lentillas) ni padecer cualquier patología en los ojos, no es sinónimo de tener una buena visión.

El sistema visual consta de órganos y funciones que deben trabajar de forma coordinada.

La visión es, pues, un proceso neurológico complejo que debe permitir que seamos capaces de identificar, interpretar y comprender lo que vemos. Esto significa que los ojos deben estar perfectamente ajustados para obtener y enviar imágenes nítidas al cerebro y, de este modo, desarrollar plenamente las diferentes habilidades visuales: agudeza visual, movilidad ocular, cambio de distancia focal, la binocularidad (el uso adecuado de los dos ojos que permite la percepción de la profundidad), visión periférica, habilidades para interpretar y analizar los estímulos visuales (de percepción visual) como es el caso de la memoria visual, lateralidad y direccionalidad, percepción de la forma visual e integración visual motora.

Aprendemos  a ver, interpretar y comprender lo que estamos viendo, en un proceso que está íntimamente relacionado con el desarrollo motor.

La visión es un proceso que se aprende,
por tanto puede reeducarse
mediante la terapia visual
.

Para tratar las dificultades de aprendizaje mediante la terapia visual, no es suficiente con desarrollar habilidades oculomotoras, acomodativas, de vergencias o de integración visual, sino al mismo tiempo habrá que integrarlas con otras entradas sensoriales como son las motoras, kinéstesicas, espaciales, perceptuales, auditivas y de lenguaje, con lo cual buscamos lograr que la visión alcance el nivel integrador y dominante para un procesamiento de la información más rápido y efectivo y es ahí donde radica el valor de la Terapia Visual Neurocognitiva o Comportamental.

Según la optometría comportamental, las disfunciones visuales pueden ser provocadas, en su mayoría, por dos causas: la adaptación del sistema visual a factores estresantes (demanda excesiva de visión cercana) o la exposición a factores de riesgo. Los principales factores de riesgo son: una nutrición inadecuada, actividades visuales demasiado prolongadas en visión cercana, niveles de iluminación insuficientes, posturas inadecuadas, distancia de lectura reducida, taparse un ojo durante las actividades en visión cercana, un número excesivo de horas ante la televisión, ordenador, videojuegos y otras pantallas, la permanencia exagerada en espacios cerrados, y utilizar la compensación óptica de lejos para actividades visuales de cerca en el caso de los miopes.

Ítems para identificar problemas visuales:

  • Se releen líneas o frases.
  • Lentitud de la lectura.
  • El niño necesita usar el dedo o un marcador para guiarse en la lectura, para no “perderse”.
  • El niño realiza un excesivo movimiento de la cabeza al leer: No muevo los ojos, si no la cabeza.
  • Realiza inversiones en el orden de las palabras.
  • Se salta palabras o frases.
  • Desorientación.
  • Escasa comprensión del texto que se lee.
  • Baja memoria visual.
  • Breves lapsos de atención.
  • El niño se queja que ve borroso cuando lee o escribe.
  • Parpadea excesivamente.
  • Mantiene una distancia de trabajo inadecuada o poco común.
  • Se frota los ojos a menudo.
  • Lagrimea.
  • Se equivoca y es lento, ya que la visión es borrosa cuando copia del libro o de la pizarra en la escuela.
  • La lectura prolongada le genera dolores de cabeza.
  • Presenta síntomas de fatiga al final del día.
  • En general, presenta incomodidad asociada a la lectura.
  • Usa el dedo para guiarse en la lectura.
  • Padece fatiga o cansancio desmesurado.
  • Se tapa o guiña un ojo al leer.
  • Se frota los ojos con frecuencia.
  • Apoya la cabeza sobre el brazo al leer o escribir.
  • Tiene visión doble de forma intermitente.
  • Deficiencias en el área de la integración visual motora: Pueden hacer que la caligrafía sea más difícil con un mal espaciado, una falta de habilidad de mantenerse en la línea y un excesivo uso del borrado. También puede verse afectada la capacidad del niño para hacer trabajos escritos en un periodo prolongado de tiempo.
  • Discriminación visual: Hablamos de la capacidad para analizar las diferencias o similitudes entre las cosas, como por ejemplo distinguir una palabra de la otra, la letra “b” y la letra “d”… o una imagen de otra. Un problema de discrminación visual puede provocar confusión de palabras con principios y finales similares.
  • Memoria visual: Capacidad de recordar una imagen que se nos ha presentado visualmente. Una baja memoria visual puede generar dificultades en la asociación de lo visual con lo verbal. Una buena memoria visual, junto con la visualización, nos permite escribir una palabra conocida y escribirla correctamente, sin faltas de ortografía.
  • Podemos hablar también de la memoria visual secuencial, entendida como la capacidad para recordar una secuencia de letras, palabras o símbolos en el mismo orden que fueron vistos.
  • Constancia de la forma: Capacidad para reconocer un objeto aunque cambie su tamaño, color o posición. En la lectura, identificamos una misma palabra escrita con tipos de letra distintos. Un problema relacionado con la constancia de forma puede dar lugar a una confusión de palabras con principios o finales similares.
  • Figura-fondo: Es la capacidad para discriminar la figura respecto al fondo, la de centrar la atención en un objeto concreto dentro de un contexto más general.
  • Relación viso-espacial: Habilidad para discriminar la posición relativa de un objeto. Un nivel bajo de esta habilidad puede generar inversiones en la lectura, dificultades en la direccionalidad…
  • Cierre visual (o figura incompleta): Capacidad de visualizar toda la información sin necesidad de tener todos los detalles presentes, o de identificar un objeto aunque éste no sea visible del todo. Cuando esta capacidad está reducida, el niño requiere de más información o ejemplos para llegar a conclusiones.

Estas anomalías pueden ser tratadas con eficacia mediante la Terapia visual.

Si quieres, puedes realizar uno de los tres cuestionarios para identificar si tienes un problema visual: infantil, primaria y secundaria, adultos. Ir a cuestionario infantil

Ir a cuestionario de primaria y secundaria

Ir a cuestionario adultos

Visión natural y reeducación visual

La reeducación visual ayuda a mejorar la visión con los métodos de la Visión Natural creados por el Dr. Bates: Se puede aprender a ver claramente de nuevo mediante un cambio de consciencia y costumbres visuales que poco a poco se integran en nuestro modo personal de ver y ser. Sus trabajos se centran en aprender a usar los ojos de su manera más fisiológica. Primeramente mantener al máximo la salud ocular por medio del parpadeo, la respiración, la relajación, el uso de la luz y la oscuridad, la visión central y periférica, la visión binocular, los movimientos oculares y especialmente los sacádicos,  el movimiento corporal; el trabajo con la mente por medio de la imaginación y memoria, la visión consciente (la percepción) y con el equilibrio simpático-parasimpático (relajación dinámica consciente).

Es un método sencillo en sí mismo, solamente son necesarias un poco de voluntad y ganas. Está al alcance de todos, tanto niños como adultos pueden aprender a ver mejor sin gafas. La reeducación visual es efectiva para conseguir una visión más clara, también para conservarla y como prevención de problemas visuales futuros. Otros reconocidos optometristas como Ray Gottlieb, Robert Kaplan, Jacob Lieberman, Antonia Ordfield, entre otros, también utilizan estas técnicas para mejorar la visión de sus pacientes, y reducir su dependencia a las gafas .

En las charlas y talleres de reeducación visual integro ambas disciplinas y consejos de higiene visual para aportar una mayor comprensión de los procesos visuales y ayudar, a quien lo desee, a mejorar su visión.